ENTREVISTA
Entrevista Hoy entré a una empresa fría, con pasillos enmudecidos, paredes blancas, gente en su escritorio, bien planchaditos, bien peinaditos, conectados a un pc y desconectados de las ventanas y el imponente Ávila que desde allí se observa. Inmutables con su vecino de labor, el monitor es su gríngola para no ver a los lados, hoy sentí el silencio de un trabajo estéril que poco a poco mata el alma, roba los sueños y entristece al ser. Las máquinas conectadas a las máquinas. Los hombres robots. En medio de una jornada de ocho horas escaséan las sonrisas, desaparecen las voces -porque hablar o mirarse está prohibido-. Me pasan a una mesa, me entregan una hoja, me piden que dibuje a una persona bajo la lluvia -como si hubiese algo más gris que ese lugar- pinté una mujer muy chic con un paraguas, y todo me parecía tan triste como esos pasillos. Como acto de rebeldía a la atmósfera de la oficina, pinté una calle, el piso, la alcantarilla, el agua cayendo, los charcos y el cabello