Carta a Luis



He intentado tantas veces  escribir sobre vos pero cada vez comienzo  caigo en llanto ante tu recuerdo, nooo no puedo continuar ante el dolor de esa ausencia, ausencia injusta.
Esta vez  lo intento de nuevo pero al revés, lloré primero y ahora intento escribir.

Tú eres ese recuerdo en mi niñez que duele como herida abierta sin cicatrizar
Eres el remordimiento de ese algo que pude hacer, aunque una niña de diez años no pudo haber hecho nada ante lo ocurrido, tal vez, de haber estado contigo me hubiese pasado lo mismo que a ti, ese  algo que nadie supo jamás, ni tu paradero, ni tu destino, ni el motivo de esa ausencia obligada.

Tanto especularon los vecinos sobre tu desaparición, algunos comentaban que te habías enlistado en las filas de la guerrilla y te habías ido con ellos al monte, bah imbéciles que no te conocieron si quiera un poco, cuanto odio les tenía. Otros afirmaban que te secuestraron en un carro blanco, pero no hubo llamadas, no pidieron rescate... y tu mamá pasó años cerca del teléfono esperando una noticia, esperando oír tu voz.

Perdóname  porque desde que desapareciste yo no tuve el valor de volver a tu casa, sé que tus hermanos y tu mamá me tenían aprecio, pero siempre iba a buscarte para ir a jugar, me parecía que era una crueldad que tu mamá me viera en la puerta preguntando por ti. Me imaginaba la escena, ella saliendo a la puerta  y al verme recordar que tú no estabas, no quería causarle más dolor, me daba mucha pena hacer eso.

Tus hermanos no salieron más al parque, la policía nunca te halló, no hubo noticias.
Te volviste para el país un número más, parte de las estadísticas de los desaparecidos, aquellos de quienes nunca se supo el destino, ni el por qué se perdieron y a quienes para el Estado Colombiano nunca importó.

Te recuerdo tan alegre e inocente, un loquito lleno de felicidad con la eterna sonrisa de travesura en el rostro. Mi eterno compañero de juegos, de columpiarnos y apostar por quién llegara más alto.
Nunca tuviste un arranque de rabia, rencor o tristeza... el niño que me seguía en todos los planes que yo inventaba, desde salir de la urbanización a escondidas a andar en bicicleta, jugar básquet toda la noche, participar en todos los concursos y obras de teatro que montaba.

Te recuerdo también en la fila del colegio, te quedabas de último y  hacías payasadas, imitabas al director  para llamar la atención de todos, creo que te aburría tanto ese lugar  como a mí.

Han pasado veintiséis  años y aún nada, yo me fui hace muchos años y cuando pienso en volver a la ciudad lo tengo como una de las cosas pendientes por hacer allá, ir a tu casa, tocar la puerta y preguntar por tu familia.
Cómo quisiera saber de ti.

Saber que apareciste, saber que cuando volviste retomaste tus estudios y ahora eres un hombre con familia y trabajo, saber que estás feliz,  que me digan que viajaste tal vez... y te fuiste lejos, que has vivido y has recorrido el mundo, que habías decidido desaparecer un ratico pero volviste, y que tu mamá sigue a tu lado.


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