Permiso
Una no debe pedir permiso
Para la tristeza, para llorarla, para tirarse un día o dos
sin ganas de hacer nada
Una no debe pedir permiso
Para existir, así tal cual es, con unos kilos de más, con
unas canas a la vista, con unas ojeras naturales o de trasnocho y cansancio y pedir disculpas por no haber usado
maquillaje hoy.
Una no debe pedir permiso
Para la añoranza o nostalgia de aquellos que ya no están,
De que la casa ya no es la misma,
Que las grietas la arañan y la van desapareciendo,
Uno no debe pedir permiso para extrañar
Lo que fue, esa relación, esa amistad, ese hogar que se
desvaneció con el tiempo
Uno no debe pedir permiso
Para gritar por una injusticia
Para llorar en la calle, en la casa, a oscuras o a plena luz
del día.
Una no debe pedir permiso,
Para atreverse a tomar la iniciativa e invitar un trago a un
hombre por el hecho de una ser mujer e ir contra las costumbre y estereotipos,
sin ser tildada de “PUTA”.
Una no debe pedir permiso, no debe sentir vergüenza
De ser atrevida, de escribir primero y querer cazar y no ser
cazada.
Una no debe pedir permiso,
De salir sola, entrar a un bar, encender un cigarrillo sólo
porque sí, tal vez, coquetear y esperar un cruce de miradas y salir con alguien
esa noche.
Una no debe pedir permiso para bailar sola, o invitar a
bailar.
Una no debe pedir permiso
Para vestirse no apropiada para la edad, la ocasión ni la
moral de turno.
Una no debe pedir permiso
Para equivocarse y chocar contra la misma piedra una y mil
veces, para luego pedir ayuda sin que te restrieguen en la puta cara un: “Te lo
dije”.
Una no debe pedir permiso para vivir por ser mujer.
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